5 Acciones para ser más optimistas

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Es más difícil ser optimista cuando las cosas se ponen difíciles. Cuando lo logramos abrimos la puerta a más posibilidades y tenemos más resiliencia.

Ser optimista cuando las cosas marchan bien y estamos en proceso de crecimiento resulta más fácil porque llevamos el viento a favor, hay algo que nos impulsa, crece nuestra esperanza y las expectativas hacia algo favorable o una situación mejor.

Por el contrario, cuando cambia la marea y las cosas se ponen difíciles, algunos pueden paralizarse o deprimirse, asumen una actitud pasiva, les embarga la ansiedad y les invade la incertidumbre sobre el futuro.

Cuando somos optimistas, podemos abrir la puerta a una extensa gama de recursos y de posibilidades. Además, incrementa nuestra resiliencia en el tiempo. Por eso, es necesario asegurar nuestro optimismo.

¿Qué es el optimismo?

El optimismo es la capacidad de analizar la realidad desde su ángulo más positivo. Implica ver posibilidades a pesar de la ausencia de recursos. Nos ubica en el presente, tomando lo mejor del pasado y tiende puentes hacia el futuro, permitiendo crear los recursos ahora para construir un nuevo mañana.


Descubrimos que las personas que no se rinden tienen la costumbre de interpretar los tropiezos de la vida como algo temporal y sobre los cuales se puede hacer algo.

Martin Seligman

5 recomendaciones para desarrollar optimismo

El optimismo es uno de los 6 elementos que construyen resiliencia y aquí planteamos 5 recomendaciones para desarrollarlo:

  1. Aceptar la realidad.
    Ser optimista no es ignorar los hechos o ver todo color de rosa.
  2. Decidir analizar las situaciones desde una perspectiva positiva.
    Podemos escuchar a otros, sin contagiarnos de su pesimismo.
  3. Adoptar una mentalidad de aprendizaje.
    Incluso cuando se cometen errores, no se logra el resultado esperado en el primer intento o frente a situaciones difíciles o personas complejas para nosotros.
  4. Valorar lo que tenemos y agradecer en el día a día las cosas sencillas de la vida.
    Implica ser conscientes de nuestros pensamientos y paradigmas porque estos filtran la perspectiva que utilizamos para abordar las circunstancias. Para equilibrar la visión de los acontecimientos contemplando las dos caras de la moneda, podemos llevar una “cuenta de cosas positivas” diariamente. Como aprendizajes, detalles que nos hacen sonreír, momentos con nuestros seres queridos, un libro que nos gusta, una película que disfrutamos, la vida que tenemos…
  5. Conectarnos con nuestro propósito de vida, haciendo conciencia de lo que nos conecta con nuestras metas en diferentes dimensiones y dedicarles tiempo, como la familia, los amigos, el aprendizaje o nuestra salud.

Nuestra actitud mental es decisiva para el optimismo

Carol Dweck, en su libro “Mindset, la Actitud del éxito”, hace un buen resumen de estos elementos al definir dos tipos de mentalidades: la fija y la de crecimiento. Expresa que la segunda conduce al “éxito” en los diversos aspectos de la vida; y su principal característica es la pasión por los retos; hace que las personas crezcan ante las dificultades, acepten los errores y los vean como oportunidades. Ese “Mindset” determina la actitud frente a las cosas.

Por lo tanto, se crea una actitud mental que tiene efectos positivos sobre nuestra salud física, mental y emocional, y nos sirve para resolver problemas.

Se trata de ser capaces de tomar los aspectos positivos de una experiencia o situación para darle un significado constructivo, aceptando los acontecimientos tal y como sucedieron, evitando recriminaciones o pensamientos de culpa hacia sí mismo o hacia los demás. Así podemos estar abiertos a posibilidades con una mentalidad de crecimiento.


Las emociones positivas desarrollan la función de promover el conjunto de recursos de las personas y de ampliar su repertorio de ideas y de acciones, ya que vuelven el pensamiento más flexible y creativo

Luigi Anolli

De este modo, podemos pensar cómo influir sobre la situación y hacer más favorable el resultado enfocando nuestra energía en soluciones y acciones.

Como el optimismo también se aprende, necesitamos dejar de actuar de cierta manera que nos limita ese aprendizaje.

¿Qué necesitamos dejar de hacer y de pensar?

  • Quejarnos de lo que nos pasa
  • Contagiarnos del pesimismo de los demás
  • Hablar solo de las malas noticias, de lo que no se puede y de lo terrible que es el mundo
  • Creer que ya lo sabemos todo
  • Rendirnos ante las dificultades
  • Pensar en los defectos en lugar de las fortalezas

En resumen, el optimismo como capacidad para ver la vida desde su perspectiva más positiva, es uno de los elementos clave para la resiliencia. Además, influye favorablemente en la perseverancia y adaptabilidad, facilitando vivir los cambios y ampliar nuestra zona de confort.

Es clave asegurar que, al surgir las dificultades que desvían nuestra atención sólo hacia lo negativo, podamos lograr un balance que mantenga la perspectiva adecuada. Es posible desarrollarlo haciendo consciencia de que el optimismo empieza por una decisión, se construye y se mantiene en el día a día.


El optimismo es un perpetuo multiplicador de fuerza

Colin Powell

Si te gustó esta lectura puedes complementarla con otras que refuerzan la resiliencia, desarrollando tolerancia al incertidumbre, perseverancia, actitud en momentos de cambio y una experiencia inspiradora.

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Federico Ulloa

Federico Ulloa

Ingeniero Industrial de la Universidad Javeriana. Maestría en Mercadeo del CESA y ESIC. En su rol de Consultor Senior de 361° ha sido facilitador de sesiones de estrategia, diseñador instruccional (presencial y virtual) y facilitador internacional de entrenamientos de comunicaciones, liderazgo y productividad personal

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